martes, 16 de agosto de 2011

Linger


Thy presence lingers through the night
A shadow that cannot be seen, and it is always behind
Whispers… sounds that never end and never were born
A spark of thy soul, lingers inside me
Cursed, I feel you in your absence, but I am not aware!

The continuous of time is automatic
I evolve, but thy linger.
Invisible, untouchable, mute and ignored… thy are omnipresent

Far beyond fear… I am still walking
Far beyond memories… I am still missing thy
Eternal princess, thy silent words, thy mourning crown,
linger…

lunes, 16 de mayo de 2011

Apuntes sobre Jung (parte 2)

Nosotros y el Todo
El Inconsciente Colectivo... la última frontera. Jung entendía que en la humanidad existe una memoria colectiva, en donde residen los símbolos que ha ido construyendo y que han influenciado las conciencias de las personas. Esto es el inconsciente colectivo, aqui es donde se hallan los arquetipos (conceptos que vinculan a todas las cosas, como abstracciones que se aplican de diferente forma a todo lo que conocemos y lo que no). El inconsciente colectivo es un entramado del que forma parte la totalidad de los inconscientes individuales. Una red que conecta la psiquis de todas las personas. Acceder conscientemente a él nos permitiría sin duda expandir nuestra percepción de nosotros mismos. Es transformar el si-mismo para avanzar a un estado superior en el que reconocemos que no estamos aislados en el mundo, sino que somos el mundo.

La finalidad de todo proceso de búsqueda interior es sin duda estar mejor. Mejorar nuestra “condición humana”, salir de un estado de padecimiento, por cualquier causa que este fuere, para sentirse mejor.

Es natural en muchas personas un estado de sutil, pero generalizada insatisfacción, lo que muchas veces llamamos “angustia existencial”. Por que hago todo lo que hago? Cuál es mi propósito? Por que nada me llena? Muchos lo sienten, solo algunos se lo preguntan y muchos menos son los que deciden hacer algo al respecto (“muchos serán llamados, pocos los elegidos”).

A partir de esa decisión empieza la búsqueda. Sabemos, aún sin pruebas, que existe un estado de consciencia más elevado, en donde el mundo (es decir nosotros mismos) tiene realmente sentido. No podemos probarlo, pero lo sabemos, como sabe una persona que existe el amor y lo busca, aún cuando tal vez nunca haya estado enamorada. Es así que quienes se resisten a la estructura social material (o como me gusta llamarla, la “matriz”) padecen. Y es porque padecen, que buscan.

En la visión de Jung, esa búsqueda debe darse puertas adentro, en nuestro inconsciente. Sin embargo, no consideraba que la realidad humana fuera un conjunto de conciencias (e inconscientes) simplemente aglomerados en una misma realidad, sino que el inconsciente del hombre forma un tejido que trasciende lo individual.

No puede pensarse el inconsciente personal sin vincularlo, de una u otra forma, con el inconsciente colectivo. La aventura de conocerse a uno mismo es sin duda una aventura de vida, un proceso. Transitar ese proceso naturalmente nos va a llevar a una transformación, no solo interior, sino también exterior.
Desde lo material, cuando empezamos a procurar cambios en nuestra persona, innegablemente vamos a observar cambios también en nuestro entorno, en la forma de relacionarnos con los demás y en las decisiones que tomamos. De igual manera, desde lo inmaterial, profundizar en el conocimiento de nuestro inconsciente individual hará que transcendamos la barrera de lo individual y nos mostrará un vínculo más tangible con el inconsciente colectivo.

No hay que olvidar sin embargo que la experiencia humana es una experiencia individual. No venimos al mundo a fundirnos en un todo y disolver nuestro yo, de la misma forma que no venimos simplemente a existir en rutinas y formas de vida que apenas se diferencian de la animalidad primitiva del hombre (comer, trabajar, dormir y reproducirse) sino por el contrario, venimos a desarrollarnos como individuos (verdadero sentido de todo padecimiento). Puede parecer paradójico que para lograr ello debamos lograr un vínculo estrecho con una “totalidad”. Lograr ser “unidad” dentro de la “Unidad”.

Este proceso es quizás, el verdadero sentido de la vida. Aunque arquetípico, sus variantes y posibilidades son tantas como cada uno de los individuos que existen, por lo que el camino que recorra cada uno, solo es válido únicamente para esa persona que lo recorre.

domingo, 24 de abril de 2011

Apuntes sobre Jung


O aproximaciones a una psicología alquímica (parte 1)

La “imaginación activa” como define C.G. Jung, es cierta forma de meditar imaginativamente por la cual podemos entrar deliberadamente en contacto con el inconsciente y hacer una conexión consciente con fenómenos psíquicos. Mientras, en cierto sentido, es comparable a las formas orientales de meditación o a los métodos occidentales como los ejercicios espirituales de los jesuitas, es a la vez fundamentalmente distinto porque el meditador permanece vacío por completo de toda meta o programa consiente. Se propone establecer un dialogo activo en estado de vigilia con el inconsciente, indagando en una imagen de un sueño por ejemplo, para interrogarla sobre su origen, significado, etc.

¿Que buscamos cuando nos miramos a nosotros mismos? ¿Qué vemos?

Algo hay en algunos de nosotros que nos lleva a cuestionarnos. Que nos hace inconformes y padecientes del mundo, como un animal sacado del bosque en el que vive y llevado a vivir a otro lado, que tiene arboles y tierra, pero que no es bosque y mucho menos el suyo. Tanto tiempo en ese lugar, el animal empieza a perder conciencia de sí mismo (y muchas de sus capacidades se duermen, puesto que no son compatibles con ese entorno en el que vive).

Navegar por los mares del “si-mismo” junguiano es el trabajo del hombre que siente que no está en su bosque y quiere recordarlo, puesto que ansía el regreso sin saberlo.

El si-mismo es la piedra filosofal, o la materia prima de ésta. Se conforma de la sumatoria del consciente y del inconsciente, de la unión de los opuestos. Es la totalidad del ser. Este sí-mismo no es ajeno al mundo exterior, sino que se integra con él, conformando el inconsciente colectivo. En este gran “todo”, Jung explica la existencia de una relación entre la psique inconsciente y la materia.

El hombre corriente solo tiene en cuenta a la consciencia ordinaria y no se integra con la totalidad de su ser, y así el sí-mismo no se le revela. Podría decirse que “padece” a su inconsciente.

Pero el impulso interior de la realidad humana no puede ser detenido, aunque si adormecido. La insatisfacción que se siente frente al mundo o los abismos del vasto campo del inconsciente se revelan en los sueños, que expresan en símbolos las necesidades del inconsciente y arrojan pequeñas migas de pan en el camino de Hansel y Gretel.

Navegar por el sí-mismo debiera acercarnos a la “individuación” o el estado de realización personal. Esto no es lograr todos los bienes que uno quiere, sino la plena consciencia de nuestro sí-mismo. Es sentir la unidad. No es un conocimiento intelectual, es una transformación vivencial que no solo es pensada, sino fundamentalmente sentida, aprehendida.


jueves, 30 de diciembre de 2010

De Crísticos y Cristianos



Recibí un mail de una buena amiga mía a quien veo muy poco, con salutaciones generales por fin de año a su gente, en la cual me encontraba yo. Sabía de antemano que ella estaba por un camino espiritual cristiano.

En su mensaje compartía su alegría de sentirse “plena” con las elecciones que había tomado y expresaba que su deseo para el año que comienza es que todos logremos sentirnos de esa manera.

Confieso que la primera vez que leí el mensaje, sentí confusión. ¿Cómo uno puede sentirse “pleno” realmente? ¿En este mundo tan lleno de dudas y tribulaciones, alguien logra sentir la plenitud? Me alegró que lo haya logrado y a la vez me confundió, puesto que yo no he podido.

Plenitud nos dice el diccionario que es el apogeo, el momento culminante de algo.

¿Cómo es posible lograr eso en un estado cotidiano?

En la fe cristiana, claro, eso es posible por la “comunión con Cristo”. Esto es tomar sus enseñanzas y tener la convicción que su ser esta junto a uno y acompaña nuestros pasos. Es simple.

Cualquiera que se proponga un cristianismo sincero, debería lograr esa plenitud. Sin embargo, al repasar los evangelios, paradógicamente no he logrado captar que ese ser llamado Jesús, se haya sentido él mismo pleno. Por el contrario, padeció persecuciones, enfrentamientos, acosos, tribulaciones, angustias y un terrible martirio. Pero sin embargo, nada de esto lo desvió jamás de su camino, de su enseñanza.

¿Cuantos sufren también estos pesares? ¿Cuántos que a pesar de ello, persisten con entereza procurando ser mejores cada día? ¿Cuantos son cristicos?
Por otra parte, están los cristianos: aquellos quienes buscan la plenitud en la palabra. La paz de la comunión. La transformación interior hacia un estado espiritual armónico.

Así se nos presentan dos maneras de cristiandad. Los cristianos, que siguen la enseñanza de Cristo, tratan de practicar su doctrina del amor al prójimo y sintiéndose cerca de él siempre, elevan su espíritu. Son los faros de luz que contagian y se nutren.
Y los crísticos, que aunque tratan igual de seguir su enseñanza, padecen también la angustia del mundo, sufren sus vicisitudes y pese a la dificultad, tratan de llegar a otros como tratan de llegar a sí mismos. Son los guerreros, que descienden a los infiernos, antes de alcanzar el cielo.
Cristicos o cristianos, son definidos como tales por su propia naturaleza, aunque la presencia de Cristo esta en ambos, ya sea en la paz de la armonía o en la guerra de la tribulación. Caras de una misma moneda, que el mismo Jesús previno: “Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir, pero tengan valor, yo he vencido al mundo” (Juan 16.33).

La última acepción del término plenitud en el diccionario explica que “plenitud de los tiempos” es la época de encarnación de Jesucristo.

Que el 2011, nos haga plenos a todos.