lunes, 23 de diciembre de 2013
Besos de Magia
Yo creo en la magia. Y no me refiero a sacar un conejo de una galera o hacer aparecer una paloma de un pañuelo. Me refiero a aquellas cosas, eventos o sucesos que sin razón aparente dejan una impronta en nuestro inconsciente y por que no? En nuestra memoria consciente también.
Yo siempre pensé que había magia en un beso. No en cualquier beso, pero si en algunos besos. Esos que luego de ser dados (y recibidos) continúan en nuestra boca por días (incluso hasta vidas). Ah... Que magia que hay en esos besos! Transformadores de la consciencia, revitalizan el alma y tienen un poder ocular innegable: hacen ver distinto el mundo.
Yo adoro esos besos, tan raros, tan dulces. Esos besos que parecen encajar cómo piezas de rompecabezas. Besos de vainilla y terciopelo.
Esos sí que son besos peligrosos, porque hechizan. Su magia es de arquitectura. Son besos capaces de diseñar castillos, ciudades y hasta mundos enteros. Diseños que muchas veces, quedan sólo en diseños. Son riesgosos esos besos.
Adoro esos besos. Muero en cada uno de ellos. Pero son tan raros, que hacen parecer que morir, es vivir sin ellos.
lunes, 18 de noviembre de 2013
La arquitectura del beso
Vengo a reivindicar el beso. Nunca estuve de acuerdo con que
se lo menosprecie. El beso es en efecto, el principio y el fin. Toda relación
comienza con un beso y es un beso lo último que sucede antes de partir.
Es la semilla de la cual surgirá el árbol, o tal vez la
nada. Pero sencillamente es imposible pensar al otro sin él.
Pero no vengo por cualquier beso, sino por aquellos que dan forma a las estrellas. Es que existen los besos perfectos. Lo afirmo por haberlos
conocido. Aquellos que se amalgaman como si las bocas desaparecieran y los
labios se fusionaran en tamaño y textura. Aquellos que encienden cada uno de
nuestros centros. Esos besos que prenden en el pecho. Esos besos perfectos no
fallan en las sábanas.
Y debo afirmar que no dependen del grosor de los labios sino
en todo caso, del grosor del corazón.
Esos besos no son efímeros, aunque sí puedan serlo sus
frutos. Es que esos besos no están hechos de materia. Los besos perfectos son
aquellos que hacen tangible el alma cuando toca otra alma. Aquellos que
detienen el tiempo mientras duran. No muerden pero sangran, no miran pero ven. El
universo se dobla cuando explotan.
Besos que son la chispa de lo alto. El resto de los besos,
son torpes en comparación.
Vengo a reivindicar esos besos. Esos que siempre faltan, que todo pueden.
Yo vengo por esos besos, que nunca sobran y no me alcanzan.
jueves, 26 de septiembre de 2013
No me despiertes… prefiero seguir durmiendo un poco más.
No me interrumpas, quiero escribir mis sueños en la bitácora
imaginaria que lleva mi alma
Ya sé que todo es una locura ahí afuera… aquí adentro también.
Hace tiempo que no te encuentro. Hace tiempo que existe el velo.
Me pierdo, siempre me pierdo.
Y todo esta lejos, y el sonido del silencio a veces
ensordece.
¿Donde estas? ¿Donde estoy?
Busco en lo que soy lo que quiero ser… busco, siempre busco.
No quiero noches contigo porque nunca estás
No quiero noches conmigo porque siempre estoy
¿Que gritan tus pensamientos cuando estas en silencio?
Ya sé… rara vez estás en silencio. Un murmullo antojadizo y
persistente te suele ser preferible
Pero el tiempo… ¡ay el tiempo! El más cruel de todos… el oro es tan barato en comparación.
Y los días pasan... y los equinoccios se preceden. El frio
de ayer será calor mañana.
¿Dónde te encuentro esta noche? Ya sé, justo frente al
espejo.
No me despiertes… prefiero seguir durmiendo un poco más.
domingo, 22 de septiembre de 2013
Los últimos días del Fénix
No
podría precisar si cada vez que el Fenix
se encuentra pronto a su extinción por el fuego, este es consciente del
desenlace que habría de tocarle. Y más aún, si este sabría de antemano que
luego de volverse cenizas, resurgiría nuevamente en todo su esplendor.
Me
inclino a pensar que el Fénix solo tomaría conciencia de su próxima destrucción
cuando el proceso que lo lleva a ella ya hubiera comenzado...
Yo
soy el Fenix... y vos también.
En
pocos días todo puede hacerse pedazos. Todos los círculos, todos los sostenes
pueden estallar. Romperse la amistad, romperse los proyectos, romperse el
corazón. Y todo darse en estéreo. Me
pregunto si es el Fénix con sus acciones responsable de su destrucción?
Imposible, los seres no son responsables de su naturaleza. Sólo son
responsables de lo que hagan con ella. El
Fenix llega al punto de perderlo todo porque ES un Fenix, esa es su
naturaleza.
Como
son los últimos días de alguien que está por perder todo? O mejor dicho que ya
está perdiendo todo? Negación, tristeza,
resistencia... todo en espasmos, hasta que ya no queda nada y el final se
vuelve inexorable y presente.
Los
últimos días del Fenix parecían días en apariencia normales, pero durante ellos
fueron sucediendo uno a uno los eventos. El fuego invisible le fue quemando de
a partes. Los círculos empezaron a romperse, hasta qué la víctima quedó sola y
de esa forma perece. Si, perece. El Fenix no se levanta luego de caerse, no
llega maltrecho al último momento y luego se recupera. Esto no es de Fenix. El
Fenix muere, fallece y se desvanece. Y es luego de perecer, que el camino de
resurgimiento comienza. Quizás lento al principio pero en aceleración constante
hasta llegar a su máximo esplendor.
Todos
podemos pasar alguna vez (o más de una vez) durante nuestras vidas por la
odisea del Fenix. Ese proceso en el cual perdemos todo y nos quedamos vacíos,
solos (o al menos eso creemos). Un proceso traumático que no se completa hasta
que ya no queda nada. Perdemos lo que dábamos por seguro. Los proyectos se nos
frustran. Las personas con las que contábamos ya no cuentan. Sin lugar de donde
agarrarnos, sin refugio que nos sostenga, algo muere. Una parte de nosotros, de
nuestra mirada, simplemente se extingue. Y frente a ello debe venir el vacío.
Esta es la forma. A veces no la aceptamos, la combatimos, nos aferramos para
interrumpir el proceso de lo inevitable. Y nuestra voluntad es tan grande que hasta somos
capaces de lograrlo. Pero de esta forma el camino del Fenix se interrumpe. No
hay muerte y entonces, tampoco hay resurrección.
Creo
que el Fenix en algún momento del proceso toma conciencia del mismo y entonces
se deja morir, se deja consumir por el fuego de su propia naturaleza. Porque el
Fenix es en realidad fuego vivo.
Los últimos
días del Fenix son los más difíciles y a la vez los más esperanzadores.
Preludios de la paz sepulcral que ha de venir. Paz por la que luego resurgirá vigoroso.
lunes, 16 de septiembre de 2013
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