lunes, 18 de noviembre de 2013

La arquitectura del beso



Vengo a reivindicar el beso. Nunca estuve de acuerdo con que se lo menosprecie. El beso es en efecto, el principio y el fin. Toda relación comienza con un beso y es un beso lo último que sucede antes de partir.

Es la semilla de la cual surgirá el árbol, o tal vez la nada. Pero sencillamente es imposible pensar al otro sin él.

Pero no vengo por cualquier beso, sino por aquellos que dan forma a las estrellas. Es que existen los besos perfectos. Lo afirmo por haberlos conocido. Aquellos que se amalgaman como si las bocas desaparecieran y los labios se fusionaran en tamaño y textura. Aquellos que encienden cada uno de nuestros centros. Esos besos que prenden en el pecho. Esos besos perfectos no fallan en las sábanas.

Y debo afirmar que no dependen del grosor de los labios sino en todo caso, del grosor del corazón.

Esos besos no son efímeros, aunque sí puedan serlo sus frutos. Es que esos besos no están hechos de materia. Los besos perfectos son aquellos que hacen tangible el alma cuando toca otra alma. Aquellos que detienen el tiempo mientras duran. No muerden pero sangran, no miran pero ven. El universo se dobla cuando explotan.

Besos que son la chispa de lo alto. El resto de los besos, son torpes en comparación.

Vengo a reivindicar esos besos. Esos que siempre faltan, que todo pueden.

Yo vengo por esos besos, que nunca sobran y no me alcanzan.


jueves, 26 de septiembre de 2013






No me despiertes… prefiero seguir durmiendo un poco más.

No me interrumpas, quiero escribir mis sueños en la bitácora imaginaria que lleva mi alma

Ya sé que todo es una locura ahí afuera… aquí adentro también.

Hace tiempo que no te encuentro.  Hace tiempo que existe el velo.

Me pierdo, siempre me pierdo. 

Y todo esta lejos, y el sonido del silencio a veces ensordece.  

¿Donde estas? ¿Donde estoy?

Busco en lo que soy lo que quiero ser… busco, siempre busco.

No quiero noches contigo porque nunca estás

No quiero noches conmigo porque siempre estoy

¿Que gritan tus pensamientos cuando estas en silencio?

Ya sé… rara vez estás en silencio. Un murmullo antojadizo y persistente te suele ser preferible

Pero el tiempo… ¡ay el tiempo! El más cruel de todos…  el oro es tan barato en comparación.

Y los días pasan... y los equinoccios se preceden. El frio de ayer será calor mañana.

¿Dónde te encuentro esta noche? Ya sé, justo frente al espejo.

No me despiertes… prefiero seguir durmiendo un poco más.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Los últimos días del Fénix



No podría precisar si cada vez que el Fenix se encuentra pronto a su extinción por el fuego, este es consciente del desenlace que habría de tocarle. Y más aún, si este sabría de antemano que luego de volverse cenizas, resurgiría nuevamente en todo su esplendor.

Me inclino a pensar que el Fénix solo tomaría conciencia de su próxima destrucción cuando el proceso que lo lleva a ella ya hubiera comenzado...

Yo soy el Fenix... y vos también.

En pocos días todo puede hacerse pedazos. Todos los círculos, todos los sostenes pueden estallar. Romperse la amistad, romperse los proyectos, romperse el corazón.  Y todo darse en estéreo. Me pregunto si es el Fénix con sus acciones responsable de su destrucción? Imposible, los seres no son responsables de su naturaleza. Sólo son responsables de lo que hagan con ella.  El Fenix llega al punto de perderlo todo porque ES un Fenix, esa es su naturaleza. 

Como son los últimos días de alguien que está por perder todo? O mejor dicho que ya está perdiendo todo?  Negación, tristeza, resistencia... todo en espasmos, hasta que ya no queda nada y el final se vuelve inexorable y presente.
Los últimos días del Fenix parecían días en apariencia normales, pero durante ellos fueron sucediendo uno a uno los eventos. El fuego invisible le fue quemando de a partes. Los círculos empezaron a romperse, hasta qué la víctima quedó sola y de esa forma perece. Si, perece. El Fenix no se levanta luego de caerse, no llega maltrecho al último momento y luego se recupera. Esto no es de Fenix. El Fenix muere, fallece y se desvanece. Y es luego de perecer, que el camino de resurgimiento comienza. Quizás lento al principio pero en aceleración constante hasta llegar a su máximo esplendor.

Todos podemos pasar alguna vez (o más de una vez) durante nuestras vidas por la odisea del Fenix. Ese proceso en el cual perdemos todo y nos quedamos vacíos, solos (o al menos eso creemos). Un proceso traumático que no se completa hasta que ya no queda nada. Perdemos lo que dábamos por seguro. Los proyectos se nos frustran. Las personas con las que contábamos ya no cuentan. Sin lugar de donde agarrarnos, sin refugio que nos sostenga, algo muere. Una parte de nosotros, de nuestra mirada, simplemente se extingue. Y frente a ello debe venir el vacío. Esta es la forma. A veces no la aceptamos, la combatimos, nos aferramos para interrumpir el proceso de lo inevitable.  Y nuestra voluntad es tan grande que hasta somos capaces de lograrlo. Pero de esta forma el camino del Fenix se interrumpe. No hay muerte y entonces, tampoco hay resurrección.

Creo que el Fenix en algún momento del proceso toma conciencia del mismo y entonces se deja morir, se deja consumir por el fuego de su propia naturaleza. Porque el Fenix es en realidad fuego vivo.

Los últimos días del Fenix son los más difíciles y a la vez los más esperanzadores. Preludios de la paz sepulcral que ha de venir. Paz por la que luego resurgirá vigoroso.



domingo, 28 de julio de 2013

Sos

Sos como el alfa y el omega. De vos parto y en vos termino. 

Sos la verdadera Valkyria que cuida al guerrero y lo recibe al morir para llevarlo al cielo. Pero el guerrero no pelea por el cielo, sino porque es guerrero. Por eso el guerrero vuelve a la guerra, puesto que su recompensa es la victoria y no el cielo.

Sos mi refugio último, el elefante que sostiene el plato del mundo, de mi mundo. Si no te tuviera tal vez habría muerto… o habría curado? No lo creo, difícil es que tenga cura.

Quizás nuestro destino sea mas fuerte que mi estupidez.

Quizás seas lo mejor que me pasó en la vida y no me doy cuenta. 

Soy la medida de tu grandeza, la manifestación viva de la enormidad de tu alma. Vos sos mi Ariadna, irredenta. 

Eterna es nuestra cadencia, sin final… y a veces creo que hasta sin principio