martes, 31 de diciembre de 2013

Constantes del Universo

Sólo se me ocurren tres cosas que puedo llamar constantes en el universo. Realidades de las que nada ni nadie (absolutamente nadie) escapa, más allá de cualquier circunstancia en la que se encuentre: la vida, la muerte y la injusticia.

Sobre las dos primeras no hay mucho que aclarar, mas la tercera es la que no resulta tan evidente.
Sin embargo todos, sin excepción, padecemos la injusticia del universo de una u otra forma. Esa inequidad que reina en esta realidad. La asimetría que existe en todas las cosas.

Será por eso que la justicia es un valor? Quizás sea precisamente porque es escasa que nos resulta tan importante, no?

Que seres pierdan la vida para que otros sobrevivan. Que algunos padezcan privaciones inmerecidas mientras otros disfrutan lujos también inmerecidos. Hambre en un mundo de abundancia. Niños en Disney, niños en la calle.  Lujosas casas poco habitadas y millones que nacen y mueren en la indigencia.

La vida y la muerte se debaten constantemente, se intercambian, fluyen. Y en medio de ellas... la injusticia.

Todo esta impregnado de ella. La encontramos con sólo mirar a nuestro alrededor, observar a nuestro prójimo, a nuestros gobernantes, a nuestra sociedad. La injusticia es permanente, o mejor dicho inmanente. Al igual que lo es en la naturaleza.

Debo reconocer, no sin cierto pesar, que no hay forma de vencer estas constantes. La muerte siempre existirá. La vida siempre encontrará la forma de manifestarse. Y la injusticia siempre estará en el mundo como un manto invisible que todo lo toca.

Me molesta creer que frente a la injusticia no queda más que la resignación (confieso que este término no me gusta de forma alguna).

Quizás el error este en hacer un juicio de valor sobre ella (es decir catalogarla como buena o mala). Tal vez el error sea en realidad, hacer valoraciones sobre cualquiera de las tres constantes que señalé. La muerte es buena o mala? Depende. Sin duda que la muerte de una bacteria que esta produciendo enfermedad en una persona es algo bueno. Y por el contrario, la vida de esa bacteria sería algo malo para esa misma persona.

Quizás con la injusticia pase lo mismo, aunque creo que es más difícil en el caso aplicar esto de la no valoración. A priori nos parece mal que algo resulte injusto. Sin embargo, es dable pensar que en el orden del universo, la injusticia es un factor decisivo. Si todo se volviera justo, el mundo como lo conocemos llegaría a su fin. Viviríamos en un insulso Edén límbico en el que nuestras vidas no tendrían el menor sentido. La injusticia es la esencia del mundo. Lo justifica, lo ordena.

 Pero obstinados, los humanos creamos el valor justicia. Lo creamos y creemos tanto en él que promovemos en mayor o menor medida su constante aplicación. Apelamos a la justicia (o a lo que cada uno cree que sería justo en cada caso) casi permanentemente. La justicia para la humanidad es más que un valor, es una perspectiva. Miramos al mundo y sentimos que debiera tender a ser más justo, y muchos de nosotros tratamos en mayor o menor medida de hacer algo para que así sea... Quijotesco!

Uff! La humanidad no deja de sorprenderme. Claramente es a veces un Quijote frente a tremendos molinos. Algunos de los cuales, ayuda incluso a construir!

Queremos un mundo más justo y a la vez somos partícipes y constructores de enormes injusticias sociales. Es que nada escapa a las leyes del mundo, mucho menos la humanidad misma. Y, como dije, la injusticia es una constante.

Mi parte preferida de la Biblia reza, citando al maestro Jesús: "En el mundo tendrán que sufrir, pero no teman, yo he vencido al mundo". No puedo dejar de conmoverme cada vez que la leo.

Como simples mortales venimos al mundo a luchar con molinos. Pasa que tal vez nos olvidamos que no vinimos por la victoria sino por la lucha misma. Es que si de algo debemos estar seguros es: de la vida que nos toco, de la muerte que nos tocará y de las injusticias que padeceremos y disfrutaremos. Todo lo demás, puede o no pasar.

A estas certezas no podemos ganarles. Y en realidad no importa. No vinimos para ganar sino para jugar el juego y dar la batalla por un mundo mejor. Al final de la partida todas las piezas irán siempre a la misma caja. Y la partida se repite ad infinitum. Lo que hayamos hecho en el mientras tanto es lo único que tal vez, nos llevemos para la próxima.

Este entendimiento es quizás nuestra verdadera, real y única victoria sobre el mundo.

PD: Hoy termina el 2013 y como reflexión me doy cuenta que al comenzar el año no me hubiera podido imaginar que terminaba así. Siempre me pasa. Invariablemente, miro con fé al 2014. Felicidades.


lunes, 23 de diciembre de 2013

Besos de Magia



Yo creo en la magia. Y no me refiero a sacar un conejo de una galera o hacer aparecer una paloma de un pañuelo. Me refiero a aquellas cosas, eventos o sucesos que sin razón aparente dejan una impronta en nuestro inconsciente y por que no? En nuestra memoria consciente también.

Yo siempre pensé que había magia en un beso. No en cualquier beso, pero si en algunos besos. Esos que luego de ser dados (y recibidos) continúan en nuestra boca por días (incluso hasta vidas).  Ah... Que magia que hay en esos besos! Transformadores de la consciencia, revitalizan el alma y tienen un poder ocular innegable: hacen ver distinto el mundo.

Yo adoro esos besos, tan raros, tan dulces. Esos besos que parecen encajar cómo piezas de rompecabezas. Besos de vainilla y terciopelo.

Esos sí que son besos peligrosos, porque hechizan. Su magia es de arquitectura. Son besos capaces de diseñar castillos, ciudades y hasta mundos enteros. Diseños que muchas veces, quedan sólo en diseños. Son riesgosos esos besos.

Adoro esos besos. Muero en cada uno de ellos. Pero son tan raros, que hacen parecer que morir, es vivir sin ellos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

La arquitectura del beso



Vengo a reivindicar el beso. Nunca estuve de acuerdo con que se lo menosprecie. El beso es en efecto, el principio y el fin. Toda relación comienza con un beso y es un beso lo último que sucede antes de partir.

Es la semilla de la cual surgirá el árbol, o tal vez la nada. Pero sencillamente es imposible pensar al otro sin él.

Pero no vengo por cualquier beso, sino por aquellos que dan forma a las estrellas. Es que existen los besos perfectos. Lo afirmo por haberlos conocido. Aquellos que se amalgaman como si las bocas desaparecieran y los labios se fusionaran en tamaño y textura. Aquellos que encienden cada uno de nuestros centros. Esos besos que prenden en el pecho. Esos besos perfectos no fallan en las sábanas.

Y debo afirmar que no dependen del grosor de los labios sino en todo caso, del grosor del corazón.

Esos besos no son efímeros, aunque sí puedan serlo sus frutos. Es que esos besos no están hechos de materia. Los besos perfectos son aquellos que hacen tangible el alma cuando toca otra alma. Aquellos que detienen el tiempo mientras duran. No muerden pero sangran, no miran pero ven. El universo se dobla cuando explotan.

Besos que son la chispa de lo alto. El resto de los besos, son torpes en comparación.

Vengo a reivindicar esos besos. Esos que siempre faltan, que todo pueden.

Yo vengo por esos besos, que nunca sobran y no me alcanzan.


jueves, 26 de septiembre de 2013






No me despiertes… prefiero seguir durmiendo un poco más.

No me interrumpas, quiero escribir mis sueños en la bitácora imaginaria que lleva mi alma

Ya sé que todo es una locura ahí afuera… aquí adentro también.

Hace tiempo que no te encuentro.  Hace tiempo que existe el velo.

Me pierdo, siempre me pierdo. 

Y todo esta lejos, y el sonido del silencio a veces ensordece.  

¿Donde estas? ¿Donde estoy?

Busco en lo que soy lo que quiero ser… busco, siempre busco.

No quiero noches contigo porque nunca estás

No quiero noches conmigo porque siempre estoy

¿Que gritan tus pensamientos cuando estas en silencio?

Ya sé… rara vez estás en silencio. Un murmullo antojadizo y persistente te suele ser preferible

Pero el tiempo… ¡ay el tiempo! El más cruel de todos…  el oro es tan barato en comparación.

Y los días pasan... y los equinoccios se preceden. El frio de ayer será calor mañana.

¿Dónde te encuentro esta noche? Ya sé, justo frente al espejo.

No me despiertes… prefiero seguir durmiendo un poco más.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Los últimos días del Fénix



No podría precisar si cada vez que el Fenix se encuentra pronto a su extinción por el fuego, este es consciente del desenlace que habría de tocarle. Y más aún, si este sabría de antemano que luego de volverse cenizas, resurgiría nuevamente en todo su esplendor.

Me inclino a pensar que el Fénix solo tomaría conciencia de su próxima destrucción cuando el proceso que lo lleva a ella ya hubiera comenzado...

Yo soy el Fenix... y vos también.

En pocos días todo puede hacerse pedazos. Todos los círculos, todos los sostenes pueden estallar. Romperse la amistad, romperse los proyectos, romperse el corazón.  Y todo darse en estéreo. Me pregunto si es el Fénix con sus acciones responsable de su destrucción? Imposible, los seres no son responsables de su naturaleza. Sólo son responsables de lo que hagan con ella.  El Fenix llega al punto de perderlo todo porque ES un Fenix, esa es su naturaleza. 

Como son los últimos días de alguien que está por perder todo? O mejor dicho que ya está perdiendo todo?  Negación, tristeza, resistencia... todo en espasmos, hasta que ya no queda nada y el final se vuelve inexorable y presente.
Los últimos días del Fenix parecían días en apariencia normales, pero durante ellos fueron sucediendo uno a uno los eventos. El fuego invisible le fue quemando de a partes. Los círculos empezaron a romperse, hasta qué la víctima quedó sola y de esa forma perece. Si, perece. El Fenix no se levanta luego de caerse, no llega maltrecho al último momento y luego se recupera. Esto no es de Fenix. El Fenix muere, fallece y se desvanece. Y es luego de perecer, que el camino de resurgimiento comienza. Quizás lento al principio pero en aceleración constante hasta llegar a su máximo esplendor.

Todos podemos pasar alguna vez (o más de una vez) durante nuestras vidas por la odisea del Fenix. Ese proceso en el cual perdemos todo y nos quedamos vacíos, solos (o al menos eso creemos). Un proceso traumático que no se completa hasta que ya no queda nada. Perdemos lo que dábamos por seguro. Los proyectos se nos frustran. Las personas con las que contábamos ya no cuentan. Sin lugar de donde agarrarnos, sin refugio que nos sostenga, algo muere. Una parte de nosotros, de nuestra mirada, simplemente se extingue. Y frente a ello debe venir el vacío. Esta es la forma. A veces no la aceptamos, la combatimos, nos aferramos para interrumpir el proceso de lo inevitable.  Y nuestra voluntad es tan grande que hasta somos capaces de lograrlo. Pero de esta forma el camino del Fenix se interrumpe. No hay muerte y entonces, tampoco hay resurrección.

Creo que el Fenix en algún momento del proceso toma conciencia del mismo y entonces se deja morir, se deja consumir por el fuego de su propia naturaleza. Porque el Fenix es en realidad fuego vivo.

Los últimos días del Fenix son los más difíciles y a la vez los más esperanzadores. Preludios de la paz sepulcral que ha de venir. Paz por la que luego resurgirá vigoroso.