sábado, 24 de diciembre de 2016

Impulso



Cabe la posibilidad que la única verdad sea el impulso.
Quizás teñimos de razón nuestra desobediencia a nosotros mismos.
Hay una calle atrás del volante. Cada metro recorrido deja atrás historias que pasan a los costados que nunca serán conocidas.
Algún criminal se empecinó en enseñarnos que los impulsos había que controlarlos, pero no nos dimos cuenta que terminamos domesticándolos.  Y así nos matamos en defensa propia.
La razón se volvió nuestra defensa autoflagelante. Un crimen que nos sumerge en un cierto bucolismo urbano, cuya pena es su propio éxito.
Desafortunadamente mis impulsos rara vez son ermitaños… suelen dibujar a alguien al principio, durante o al final. Y en este mundo colectivo, controlado, los impulsos compartidos son una rara especie de milagro.
La calle se hace corta pero doy una vuelta más. Esta bueno jugar a encontrarme en esas historias que permanecen encriptadas… Solo es un juego.
Yo sé que a veces los impulsos se equivocan. He chocado un par de esas veces. Pero el error, en todo caso, está en los resultados, mas no en los motivos. Los motivos son perfectos. El problema es el tiempo.
No quisiera perderme.
A la derecha unas letras me hablan. Mientras tanto en Buenos Aires, una nueva hora comienza.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Apuntes sobre la Libertad (parte 1)





"La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Si o No. En su brevedad instantánea, como a la luz de un relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana" (Octavio Paz).


El reconocimiento de nuestra libertad nos lleva a un gran desafío: la asunción de nuestra responsabilidad sobre el propio destino. A nadie podemos echarle la culpa del fracaso, pero tampoco podemos desligarnos del mérito del éxito. 


El reconocimiento de nuestra libertad solo es posible en el reconocimiento de nuestra comunidad y de lo dependientes que somos de ella. Y es ahí, entre la comunidad y la libertad donde se encuentra la ética. En la clase de mirada que tenemos sobre el otro y la mirada que tenemos de uno mismo es donde construimos los valores que nos sostienen en nuestra vida.


¿Somos más libres cuanto más impunes son nuestras acciones en relación a nuestro entorno (nuestro hábitat y nuestro prójimo)? No, puesto que tal impunidad no existe. Toda acción tiene una reacción, toda causa una consecuencia. 


No es posible pensar una comunidad en la que algunos puedan ser dueños de la libertad de otros. Tal comunidad no existe en la naturaleza y está destinada a perecer. La libertad se alza en última instancia como la permanente posibilidad de decisión: Si o no, aceptar o resistir, luchar o someterse, intentar o resignarse, aventura o confort y un sinfín de etcéteras.


¿Cuando entonces, somos libres? Siempre! en la medida que tomemos conciencia de ello. De comprender que la elección siempre es nuestra. Como le enseña Savater a su hijo Amador, no podemos elegir las circunstancias que nos pasan, pero si podemos elegir que hacer con ellas. Y con esto, salvo casos extremos, la culpa deja de ser del otro, deja de estar afuera. 

El manto de la responsabilidad de nuestro propio destino, invariablemente nos cubre.  


sábado, 22 de noviembre de 2014

Tarde de Reggae

Una tarde de reggae. Puede pasar en la ciudad. Un tiempo en el que vibramos con esa cadencia... Tranquila, animada y por un rato despreocupada.
En donde el clima es amigable y las horas pasan despacio. Una tarde de reggae, sin prisa. Donde la gente pasea, el mundo gira en armonía y de alguna forma que casi no podemos explicar, nuestras preocupaciones se fueron de vacaciones.
Son adorables esas tardes. Y cuando me sumerjo en ellas, quiero que esas tardes sean todas mis tardes.
Como surgen esas tardes? De que dependen? Quien sabe... Quizás solo de uno mismo.
Y vos... Como van tus tardes de reggae?



martes, 19 de agosto de 2014

Why we fight

Come to war. Ride the black unicorn against the unknown.
Fight. Fight despite the certainty of death.
Fight until nothing of you may remain

Stay. Don't you dare... Stay! Leaving is perishing. 
And winning is nothing but dying mighty on your feet.
Behold... Face the eternal night. The everlasting battlefield.
Rise your light through the darkness!
Never give up. Never surrender. 
Fight! Untill nothing of you may remain...

domingo, 3 de agosto de 2014

La muerte al lado (parte 1)


Se escucha un compás de jazz a lo lejos. Con las nubes de la tarde tomo despacio mi café, y esa combinación de primavera y música lejana en algún rincón de Buenos Aires hubiera dado a la jornada una amena sencillez.

Pero la muerte está sentada a la mesa de al lado. En realidad siempre lo está, y siempre tomando el mismo té. Apenas mirándome de reojo, distraída pero presente. Nunca me miró a los ojos, por suerte. Confieso que la primera vez que la vi me dio miedo, mucho miedo. Ahora ya ni le presto atención... miento, algunas veces sí, como hoy. Hoy la miro... Esta tan lejos... tan cerca. 

Aprendí a comunicarme, o al menos a escucharla. Si le presto la suficiente atención a veces me habla. 

No crean que su apariencia es la de un esqueleto con una túnica negra, no. Ella viste de negro, claro está, pero tiene mi exacto mismo rostro, aunque calmo e inexpresivo. Todo lo ve, todo lo sabe. Cuando la veo, me veo a mi mismo. Cuando le presto atención, el mundo entero me resulta distinto, raro.

Recién sin inmutarse me preguntó: "Que es lo importante?". Claro que ella no esperaba una respuesta (de hecho estoy seguro que no ha de esperar nada de mí). En cualquier caso no se puede dialogar con la muerte, pero como dije antes, sí escucharla. Créanme que cuando la muerte te pregunta sobre que es lo importante en la vida, todas las certezas se vuelven muy frágiles.

Las primeras respuestas que ensayé no me convencieron: familia, logros profesionales, amistad... No. El día que la muerte me mire a los ojos, el día que tome mi mano, que importará lo que quede? Qué importará si tuve un hijo o tuve ocho? Si hay cien que me lloran o me voy solo y desconocido? Qué importarán mis títulos, mis casas, mis legados? Podrán importarle a los que se quedan por un ratito más, pero no a mí. No hay ética en el otro lado, ni memoria, ni nada de lo que damos por sentado aquí. Del otro lado no hay humanidad, pretender aplicarla es a lo menos ingenuo. Hay algo que es seguro con la muerte: cuando ella me lleve, dejaré de ser humano. Por qué me empecino entonces en pensar en ella como tal?

Mientras giro alrededor de todo esto, asoma un rayo de sol entre los árboles y la Muerte vuelve a preguntarme.... "Que es lo importante?"