lunes, 2 de abril de 2018

¿A que huele la noche?

Será que hay un olor en el silencio taciturno de la noche... un sutil, muy sutil perfume que atrae la brisa en la oscuridad.

Huele a misterio, calma y a veces ansiedad.

Huele a incertidumbre, a cambio. O más que a cambio a devenir. Un aroma a preludio que nos indica que las estaciones transcurren, que los ciclos terminan (y luego comienzan). Es que todas las noches no son iguales y no es solo una cuestión de climas: hay noches vibrantes, intensas, íntimas y melancólicas. Noches en las que el tiempo fluye en cámara lenta.

En verdad hay noches de todo tipo, pero hay algo que podemos dar por seguro: si te detienes un instante a percibir el olor de la noche, ella no pasará desapercibida.

¿Será que en definitiva el olor de la noche no es otra cosa que el sutil resonar en el olfato de nuestro inconsiente, que transpira inquieto, agitado, tratando de moverse?

Amo respirar el perfume de la noche, bajo las estrellas, claro. Los olores se confunden demasiado entre puertas cerradas.

Dicen que el olfato es el más poderoso de los sentidos. Tiene la habilidad de transportarnos intensamente a lugares muy arraigados en nuestra memoria. Por eso es importante el olor de la noche.


domingo, 25 de febrero de 2018

Ella



Ella es más inteligente de lo que parece. Tengo que reconocer que la belleza a veces nos vuelve prejuiciosos. Y nuestros prejuicios siempre tienen la medida de nuestras limitaciones.

Es muy linda, sí. De esa clase de belleza que tiende a hacer que la gente se detenga no solo en ella, sino en quien la acompaña, preguntándose envidiosamente cómo es posible que ella lo haya elegido y suponiendo antiguas leyes de embudos o billeteras poderosas asesinas de galanes.

Esa belleza combinada en su actitud, entre candorosa y decidida, nunca puede pasar desapercibida y es tan indeleble como un tatuaje en el alma.

Yo aprendí que la belleza no es algo tan raro, ni tampoco tan importante. El ser humano tiene ese increíble defecto (¿o quizás virtud?) de acostumbrarse a todo. Y hasta la pintura más hermosa al ser contemplada todos los días pierde la mística que alguna vez despertó en su dueño. Las musas no inspiran para siempre.

Por eso ella es diferente, no por bella, sino por inteligente. Hay que quedarse siempre con quien nos desafía el intelecto. Con quien nos muestra otra mirada, nos provoca. Quisiera alguien que muchas veces piense diferente y me contagie. 

Ella siempre fue así… tan ávida del mundo y sus complejidades como yo, aunque usualmente lo entendía de otra manera.

Con ella podía quedarme hablando meses y ponerme o no de acuerdo. En verdad no importa, porque siempre me costó concentrarme en las palabras. Confieso que cuando charlaba con ella sobre el mundo y sus misterios solía perderme en sus hermosos ojos infinitos, imaginando sus besos. 

¿Acaso sueno contradictorio? Para nada, a veces la belleza nos vuelve prejuiciosos.



lunes, 3 de abril de 2017

No te conocía cuando empecé

A decir verdad, no me conocía a mí mismo tampoco.

Hoy no cambió mucho eso, pero al menos después de un tiempo conmigo y prestar atención, voy sacandome la ficha un poco.

En verdad podemos empezar las veces que queramos, total... el juego siempre terminará de la misma forma.

Muy en el fondo, si filtramos el ruido y prestamos atención, se puede escuchar un llamado. Quizas se disfraza de memoria, pero es más que eso. Es muy posible que sea un recuerdo: algo así como una foto grabada que emociona. Una imagen que tiene vida.

Seguramente su mensaje es incómodo pero solo es el grito desesperado de nuestra verdad, que insiste en salir y en finalmente... Empezar.



sábado, 24 de diciembre de 2016

Impulso



Cabe la posibilidad que la única verdad sea el impulso.
Quizás teñimos de razón nuestra desobediencia a nosotros mismos.
Hay una calle atrás del volante. Cada metro recorrido deja atrás historias que pasan a los costados que nunca serán conocidas.
Algún criminal se empecinó en enseñarnos que los impulsos había que controlarlos, pero no nos dimos cuenta que terminamos domesticándolos.  Y así nos matamos en defensa propia.
La razón se volvió nuestra defensa autoflagelante. Un crimen que nos sumerge en un cierto bucolismo urbano, cuya pena es su propio éxito.
Desafortunadamente mis impulsos rara vez son ermitaños… suelen dibujar a alguien al principio, durante o al final. Y en este mundo colectivo, controlado, los impulsos compartidos son una rara especie de milagro.
La calle se hace corta pero doy una vuelta más. Esta bueno jugar a encontrarme en esas historias que permanecen encriptadas… Solo es un juego.
Yo sé que a veces los impulsos se equivocan. He chocado un par de esas veces. Pero el error, en todo caso, está en los resultados, mas no en los motivos. Los motivos son perfectos. El problema es el tiempo.
No quisiera perderme.
A la derecha unas letras me hablan. Mientras tanto en Buenos Aires, una nueva hora comienza.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Apuntes sobre la Libertad (parte 1)





"La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Si o No. En su brevedad instantánea, como a la luz de un relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana" (Octavio Paz).


El reconocimiento de nuestra libertad nos lleva a un gran desafío: la asunción de nuestra responsabilidad sobre el propio destino. A nadie podemos echarle la culpa del fracaso, pero tampoco podemos desligarnos del mérito del éxito. 


El reconocimiento de nuestra libertad solo es posible en el reconocimiento de nuestra comunidad y de lo dependientes que somos de ella. Y es ahí, entre la comunidad y la libertad donde se encuentra la ética. En la clase de mirada que tenemos sobre el otro y la mirada que tenemos de uno mismo es donde construimos los valores que nos sostienen en nuestra vida.


¿Somos más libres cuanto más impunes son nuestras acciones en relación a nuestro entorno (nuestro hábitat y nuestro prójimo)? No, puesto que tal impunidad no existe. Toda acción tiene una reacción, toda causa una consecuencia. 


No es posible pensar una comunidad en la que algunos puedan ser dueños de la libertad de otros. Tal comunidad no existe en la naturaleza y está destinada a perecer. La libertad se alza en última instancia como la permanente posibilidad de decisión: Si o no, aceptar o resistir, luchar o someterse, intentar o resignarse, aventura o confort y un sinfín de etcéteras.


¿Cuando entonces, somos libres? Siempre! en la medida que tomemos conciencia de ello. De comprender que la elección siempre es nuestra. Como le enseña Savater a su hijo Amador, no podemos elegir las circunstancias que nos pasan, pero si podemos elegir que hacer con ellas. Y con esto, salvo casos extremos, la culpa deja de ser del otro, deja de estar afuera. 

El manto de la responsabilidad de nuestro propio destino, invariablemente nos cubre.