Tomo un café frente a la ruta. El
vidrio de la ventana me resguarda del viento frío de sudestada en esta mañana
soleada. La calma que impera en el parador del camino se interrumpe cada tanto
con el ruido de un motor que se proyecta desde el silencio, ruge un instante y
luego se aleja hasta devolver la quietud al momento. El tic tac del mundo
siempre es perfecto.
Nunca se vive suficiente, decía la
Mala. Es cierto. El café junto a la ventana es el mismo desde hace años, pero
nunca se repite. Cada vez es otra vez, otro encuentro. Creo que este tiempo es el único tiempo
que existe, por eso siempre hay que prestarnos atenciòn. Quien no se detiene en su reflejo no conoce al oponente.
Quise ponerme a leer las noticas de hoy, pero me
di cuenta que son intrascendentes. La noticia que importa es que los unicornios
no existen. Eso sí es un problema, porque hay que buscar la magia en otro lado.
Pero uno existe, aquí y ahora. Y ya aprendí que la tragedia de hoy es el recuerdo
del pasado de mañana… quizás esa sea la verdadera y única magia.