domingo, 28 de octubre de 2018

La Cruzada


Cada individuo tiene el peso de su existencia y en el momento que descubre que ella resulta liviana, intrascendente y pasatiempista, en el momento en el que toma conciencia de ello, esa levedad se vuelve inmediatamente insoportable. Así nos cuenta Milan Kundera y es muy difícil no estar de acuerdo.

A veces me pregunto si el amor es suficiente. Si al amar damos profundidad a nosotros mismos. ¿Será que nuestra completud está en el dar? Es posible. Deberíamos consensuar primero que amar es dar.

¿Será que, en verdad, lo que nos impulsa día a día es esa zanahoria que está atada a nosotros delante nuestro, que siempre corremos y nunca alcanzamos? ¿Qué haríamos sin una meta? ¿Qué haríamos si no tuviéramos siempre un objetivo a cumplir (terminar una carrera, comprar una casa, resolver un problema, visitar un país, montar un negocio, tener un hijo, etc.)?

Quizás se trate, al final del camino, de simplemente prolongar la vida... O quizás no…

Me parece que el mundo nos obliga a sumar experiencias. Quizás es lo único que en verdad tiene sentido, porque al fin y al cabo es lo único que realmente hacemos aquí: experimentar. Solo quisiera que el proceso no implicara grandes penas que a veces nos tocan.

Hay que procurar penar menos. A como dé lugar. No digo con esto evitar todo sentimiento que melle nuestro ánimo, sino simplemente evitar ese crack que algunas veces la vida impone a nuestra alma. En esos altibajos que se llama vivir, es menester amortiguar el pico inferior. Esa es una cruzada permanente y, si me permiten una sugerencia, hagamos que esa cruzada no sea solo personal, en la medida que veamos a otro transitando esa parte baja, esa pena profunda, aportemos. Algo, una palabra, un rato de tiempo, un abrazo. Esa debe ser quizás la hermandad a la que todos debemos sumarnos. La Gran Cruzada. Porque cada uno transita su camino y vive su experiencia, pero nada mejor que poder salir rápido cuando nos tocan las grandes caídas. El gran amor de unos hacia otros que las religiones pregonan no es otra cosa que ese. Tan simple, tan raro a veces.

Invito a todos a sumarse a esa cruzada: extender una mano a quien pena. No es material la cosa, ni se trata de solucionarle la vida, es solo unos gramos de empatía.