sábado, 27 de abril de 2019

El Sentido del Tiempo

Epifanías instantaneas, tan breves como el recuerdo de un beso, se hacen presentes de cuando en cuando para recordarme que el tiempo pasa y se termina. Que no existe tal cosa como lo perpetuo. Que este trabajo, esta persona y esta rutina un día llegan a su fin. Y al igual que muchas cosas de la vida, esos finales suelen ser tan repentinos como el amor mismo.

A veces me pregunto: ¿Que estoy haciendo? ¿Por que me involucro tanto en una cotidianidad pasajera y dejo pasar lo importante? ¿Por qué nos negamos a escuchar nuestros deseos? O peor aún los escuchamos pero muy poco hacemos al respecto.

Y el tiempo pasa... Siempre pasa. ¿Por qué carajo se pasa?
¿Donde quedaron los amores de verano? Las trasnoches inolvidables, los paseos por el mundo, las rutas a la costa, los naipes del bar, las risas infinitas y sus besos inmortales...

En algún momento el mundo se hizo mucho más grande. El tiempo cambio de sentido ¿Fue cuando los recuerdos llenaron tanto el cajón que se empezó a hacer difícil cerrarlo? ¿O fue cuando empezamos a darlo por sentado?

La seguridad nunca sirve para nada. Lo único seguro es que al final la muerte siempre llega temprano.

Esta noche el silencio no grita, solo conversa conmigo. Y después de un rato a veces es necesario salir corriendo. No se trata de huir, sino más bien de sobrevivir. Tomar consciencia, aunque sea por un breve lapso, que solo estamos a una decisión nomás de cambiar el mundo.

Quizás el sentido del tiempo esté en el conflicto... Quizás no. Quizás se trate de la duda. Esa duda que nos hace andar, intentar y equivocarnos. El tiempo tiene sentido cuando lo miramos. Es necesario prestarle atención. Ahora... ¡El tiempo está pasando! El error es quedarse quietos.

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