domingo, 22 de septiembre de 2013

Los últimos días del Fénix



No podría precisar si cada vez que el Fenix se encuentra pronto a su extinción por el fuego, este es consciente del desenlace que habría de tocarle. Y más aún, si este sabría de antemano que luego de volverse cenizas, resurgiría nuevamente en todo su esplendor.

Me inclino a pensar que el Fénix solo tomaría conciencia de su próxima destrucción cuando el proceso que lo lleva a ella ya hubiera comenzado...

Yo soy el Fenix... y vos también.

En pocos días todo puede hacerse pedazos. Todos los círculos, todos los sostenes pueden estallar. Romperse la amistad, romperse los proyectos, romperse el corazón.  Y todo darse en estéreo. Me pregunto si es el Fénix con sus acciones responsable de su destrucción? Imposible, los seres no son responsables de su naturaleza. Sólo son responsables de lo que hagan con ella.  El Fenix llega al punto de perderlo todo porque ES un Fenix, esa es su naturaleza. 

Como son los últimos días de alguien que está por perder todo? O mejor dicho que ya está perdiendo todo?  Negación, tristeza, resistencia... todo en espasmos, hasta que ya no queda nada y el final se vuelve inexorable y presente.
Los últimos días del Fenix parecían días en apariencia normales, pero durante ellos fueron sucediendo uno a uno los eventos. El fuego invisible le fue quemando de a partes. Los círculos empezaron a romperse, hasta qué la víctima quedó sola y de esa forma perece. Si, perece. El Fenix no se levanta luego de caerse, no llega maltrecho al último momento y luego se recupera. Esto no es de Fenix. El Fenix muere, fallece y se desvanece. Y es luego de perecer, que el camino de resurgimiento comienza. Quizás lento al principio pero en aceleración constante hasta llegar a su máximo esplendor.

Todos podemos pasar alguna vez (o más de una vez) durante nuestras vidas por la odisea del Fenix. Ese proceso en el cual perdemos todo y nos quedamos vacíos, solos (o al menos eso creemos). Un proceso traumático que no se completa hasta que ya no queda nada. Perdemos lo que dábamos por seguro. Los proyectos se nos frustran. Las personas con las que contábamos ya no cuentan. Sin lugar de donde agarrarnos, sin refugio que nos sostenga, algo muere. Una parte de nosotros, de nuestra mirada, simplemente se extingue. Y frente a ello debe venir el vacío. Esta es la forma. A veces no la aceptamos, la combatimos, nos aferramos para interrumpir el proceso de lo inevitable.  Y nuestra voluntad es tan grande que hasta somos capaces de lograrlo. Pero de esta forma el camino del Fenix se interrumpe. No hay muerte y entonces, tampoco hay resurrección.

Creo que el Fenix en algún momento del proceso toma conciencia del mismo y entonces se deja morir, se deja consumir por el fuego de su propia naturaleza. Porque el Fenix es en realidad fuego vivo.

Los últimos días del Fenix son los más difíciles y a la vez los más esperanzadores. Preludios de la paz sepulcral que ha de venir. Paz por la que luego resurgirá vigoroso.



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