sábado, 12 de septiembre de 2020

Apuntes de madrugada

Son casi las cuatro de la madrugada.  El tiempo corre más despacio a esta hora, en especial si el despertador se toma el día mañana. 

El silencio a esta hora sienta bien. Suelo estar dormido ya, pero a veces tengo algo para decir, o mejor dicho, escribir. Bueno, hoy en verdad no lo tengo, solo tengo la necesidad de sacar algo que está guardado. Los humanos guardamos muchas cosas dentro nuestro. Y es algo muy curioso, porque en general no sabemos que es lo que guardamos hasta que lo sacamos afuera.

Aristóteles estaba convencido que lo justo, lo bueno, lo perfecto, estaba en lo que los griegos llamaban “telos”, algo así como el propósito fundamental, la esencia misma de algo que determina su finalidad definitiva. Se suele poner como ejemplo la semilla: su “telos” es ser un árbol.

Para el ser humano esa finalidad es la realización, la plenitud. Seria algo así como la felicidad, solo que real y posible.  No me voy a referir a Aristóteles más que en esto que ya señalé. No porque no lo merezca, es quizás una de las mentes filosóficas más trascendentes de la historia de la humanidad, sino porque estas líneas no son para eso y además, él tenia claro que el telos se verifica en una polis correctamente gobernada que privilegia y tiende a la virtud. En Argentina, no sería el caso.

Conocer el telos de cada un no es tarea fácil. Me animo a decir que en la mayoría de los casos se viven vidas completas sin siquiera aproximarse a ello. Quizás por eso la felicidad es tan tangible como los ángeles.

En esta madrugada reflexiono y puedo reconocer que he dedicado buena parte de mi vida a tratar de encontrar mi telos. He dedicado tanto tiempo vital solo en sostener el temor de eludirlo… teniendo presente que el tiempo transcurre y cuando no busco el telos, entonces lo esquivo. Esta actitud puede ser frustrante (y lo es), pero también creo que es parte del instinto de supervivencia. 

¿Cómo me daré cuenta si lo encuentro? Sin duda habrá algo en mi sentir que me lo diga, obvio. Algún sentimiento sutil y poderoso, quizás. ¿O será tal vez una dirección de mi atención? Algo que al ser invocado hace que en ese instante toda la atención y la energía se dirijan allí, no por necesidad, sino más bien por devoción. Una vibración interior que nos confirma que no hay nada en el mundo que quisieras estar haciendo aparte de lo que en ese momento estas haciendo, con la certeza que estas cumpliendo la función para lo que has sido hecho. Ese sentimiento es el subproducto emergente de la presencia del telos.

Quizás mi telos está aquí y ahora, en estas líneas… quizás no. Pero declaro bajo juramento que voy a seguir tras de él. Es en verdad un juramento fácil, ya que creo que aunque quisiera, no podría hacer otra cosa… es que si la hiciera, solo reinaría el conflicto en mí, y a esta altura de la vida, preferiría evitarlo… salvo que sea absolutamente necesario, claro.




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